Durante incontables milenios, una meta de la religión ha sido la salvación del alma humana.
El hombre ha intentado, por medio de muchas prácticas, encontrar el camino hacia la salvación.
Ha mantenido la esperanza imperecedera de que, algún día, de alguna manera, sería libre.
El hombre ha hablado de la segunda venida de Cristo y del día del juicio final.
América ha mantenido la puerta abierta de par en par para esta salvación preservando la libertad de religión.
Y aquí, después de estos milenios de pesar y sufrimiento, tras padecer terribles guerras y catástrofes, la esperanza sigue viva; y con esa esperanza: el logro.